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Writer's pictureLuana Fara

Las aguas profundas de nuestro cuerpo

Jāla, es el término en sánscrito para referirse al agua.


En la filosofía Sānkhya, el agua es el segundo elemento más denso, del cuál está constituída toda la materia.


En diversas tradiciones chamánicas, como la tradición Andina, la Madre Agua como se le conoce, representa la vida en la Tierra y se le honra con rituales y ofrendas para proteger los ríos, los manantiales, los mares y océanos.



Con respecto a las cualidades del agua, por su densidad, es un elemento lento y pesado, y a la vez hidratante y nutritivo. El agua tiene la capacidad de ofrecer jugosidad, frescura y limpieza. Estas cualidades traducidas a nuestra mente y emociones, tienen connotaciones mucho más profundas.

La jugosidad se experimenta también como la flexibilidad, o la capacidad de adaptarse a cualquier contenedor, a cualquier circunstancia. Esta adaptabilidad es el resultado de una de las invitaciones más esenciales del agua: soltar el control. La resistencia produce obstrucción e impide que el agua fluya, de la misma forma que las paredes de una represa contienen el agua de un solo lado de su cauce. Cuando el agua no fluye crea muchísima tensión y rigidez. Así, al permitirnos adaptarnos a las diversas situaciones de la vida con aceptación y gratitud, estamos a la vez permitiendo que la energía fluya libremente.


El agua que se encuentra en nuestro cuerpo, en los ríos, en la lluvia, es la misma agua que surgió en nuestro planeta 4.5 billones de años atrás cuando el Planeta Tierra se originó

Somos agua. En un 60 a 75% estamos compuestos de agua, por ende, nuestro cuerpo carga todas las memorias que el agua contiene desde billones de años atrás. Somos primariamente agua, por ende, no estamos separados de la naturaleza, somos la naturaleza, ella nos contiene y nosotros la contenemos.


El agua es contenedora y transportadora, de todos los nutrientes, neuroquímicos, y compuestos múltiples de nuestro cuerpo. De esta forma, cuando decimos que en el agua están nuestras emociones, bajo la premisa que los neuroquímicos de nuestro cuerpo se contienen y transportan a través de los líquidos de nuestro cuerpo, podemos decir literalmente que allí se encuentran nuestras emociones.

En nuestro segundo chakra, Svadhistana o Chakra del Sacro, es donde se mueve el elemento del agua. El segundo chakra es un vórtice donde confluye la energía de creación, es decir, la energía sexual, de la creatividad. La energía sexual tiene muchos lenguajes que no tienen que ver directamente con el sexo. Es la energía de la abundancia, es decir, del reconocimiento de que estamos completos(as) tal cual somos, pues somos parte de la totalidad y al mismo tiempo la contenemos en nosotros. Así, todas las posibilidades del universo existen en nosotros, todo el potencial de la vida existe como semillas sin germinar dentro de nosotros. Por ende, somos abundancia pura, en la mayoría de los casos aún sin reconocer. Es esta la abundancia desde donde creamos vida. Es esta la abundancia desde donde vivimos nuestros deseos y placeres con plenitud. Es esta la abundancia desde la cual nos permitimos sentir, nuestras emociones y sentimientos como parte de este infinito potencial de vida.

Así, cuando el elemento del agua y/o nuestro chakra Svadhisthana se encuentran fuera de su armonía perfecta, dejamos de reconocer nuestra abundancia esencial, y empezamos a sentirnos incompletas(os) y no merecedoras(os). Desde este lugar se nos hace difícil reconocer, aceptar y vivir libremente nuestros deseos, sentimientos y emociones. Empezamos a vivir una vida llena de culpa y represión. Y éste es el paradigma moderno de vida, en el que sentir esta subvalorado, y tener sobrevalorado. Nos desconectamos poco a poco de nuestra energía creativa primaria. Nos desconectamos de nuestras emociones, de nuestra agua.

Pero nuestra capacidad de volver a nuestro centro es maravillosa. Siempre tenemos la posibilidad de volver a balancearnos. Y una de las formas para balancear el agua de nuestro cuerpo es por medio del trabajo profundo de nuestras caderas.

Entendiendo la relación del agua y el chakra Svadhisthana, podemos empezar a entender porqué el agua se mueve por medio de nuestras caderas, porqué podemos sanar emociones antiguas instaladas en nuestro cuerpo por medio del trabajo con nuestras caderas.

Fisiológicamente, nuestras caderas están programadas y diseñadas para almacenar estrés. Desde los tiempos más antiguos, cuando nos veíamos en situaciones de peligro, los músculos de nuestras caderas eran los que tenían que activarse para poder reaccionar en defensa o huida. Este mecanismo de lucha o huida es tan antiguo cuanto la existencia de ser humano. Los músculos de las caderas, principalmente Psoas-Iliaco, Piriforme, y glúteos, se activan para poder reaccionar, acompañados de un coctel de hormonas y neurotransmisores que apoyan al cuerpo llevando la sangre hacia las extremidades, aumentando la presión sanguínea y poniendo en pausa la digestión y otros procesos que no son necesarios durante la situación de emergencia.


Este mecanismo es conocido como estrés. Y es necesario para poder reaccionar ante situaciones de peligro. Sin embargo, vivimos en un constante estrés emocional, un estrés crónico, lleno de represiones, culpas y miedos, que se registran en los músculos de nuestras caderas, así como estos músculos han aprendido a registrar todo tipo de estrés.

Al trabajar sobre la musculatura de las caderas, ya sea con posturas flexiones hacia adelante o aperturas de cadera, o con cualquier otro tipo de movimiento consciente e intencional, empezamos a mover las fibras de nuestros músculos, empezamos a lubricar la miofascia, y así, las energías que se han almacenado en la zona de las caderas empiezan a surgir hacia la superficie y empezamos a sentir una necesidad de salir de la postura, porque estamos programadas(os) para evitar sentir, para negar las emociones, y nos resistimos a ellas.


El agua también puede ser destructiva cuando se desborda. Nuestras emociones pueden ser destructivas también cuando se desbordan, volviendo a la metáfora de la represa, así como el agua de una represa donde las paredes se quiebran y el agua corre sin cauce, descontroladamente, arrasando todo lo que toca a su paso. Por ello, recomiendo siempre empezar a trabajar la tierra antes o junto con el agua. Las posturas de tierra nos conectarán con la estabilidad, dirección y firmeza que necesitamos para que nuestras aguas internas tengan un cauce por el cual correr con fluidez.


Si nos resistimos durante una práctica de posturas de agua, tendremos que luchar contra la fuerza del agua, que es grande. Para luchar contra su fuerza tendremos que conectarnos con nuestro fuego interno. Tendremos que utilizar mucho fuego y mucha tierra para poder resistirnos a la fuerza del agua. Esto podrá llevarte a terminar tu práctica en un estado de frustración, agitación emocional e inclusive ansiedad.


La invitación durante las posturas de agua es a permanecer, a pesar de lo abrumadoras que pueden llegar a ser. La invitación es a observar y respirar. Permitirse sentir y aceptar la incomodidad (que no es lo mismo que un dolor de aviso de peligro de dañar el cuerpo). Así, el agua brotará suavemente, y experimentarás alivio y ligereza al terminar tu práctica.

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