Mi maestra de Asana en India, Ushaji, suele decir "todos quieren ser profesores, nadie quiere ser alumno". Es una de las enseñanzas que más ha calado en mí como practicante y en general como ser humano.
Desde que empecé a diseñar el Programa de Formación para Profesores de Yoga, las palabras de mi maestra se convirtieron en la voz más recurrente en mi mente, de forma que busqué integrar en el programa, una metodología por medio de la cual pudiese, antes que nada, contribuir en desarrollar el gusto por el proceso de aprendizaje en los estudiantes, partiendo del principio de que no hay nada que podamos aprender a enseñar si no lo hemos vivido en nosotros mismos previamente.
La primera manifestación de este principio fue en el proceso de selección, para el cual, cada estudiante del entrenamiento tuvo que cumplir con el requerimiento de haber practicado comprometidamente por un mínimo de dos años previo al inicio del programa.
Durante todo el entrenamiento los alumnos han tenido tareas, trabajos de investigación y exploración, observación, lecturas, y una guía para desarrollar una práctica diaria. Por medio de todas estas asignaciones, los estudiantes han desarrollado no sólo una práctica personal en la cual han integrado en su cuerpo la información recibido durante el curso, sino que además, han desarrollado el hábito, y aún más importante, el interés de cuestionar, explorar y estudiar.
Desde hace dos semanas, los estudiantes de este curso han empezado a dar clases por donación en Nara Purna Yoga. Cada clase es especializada en una temática biomecánica, energética o filosófica distinta, además, incorpora pranayamas, mantras y otros elementos.
Algunos de los alumnos del curso, eran profesores previo al entrenamiento y cuentan con experiencia en la enseñanza, mientras que para otros, es su primera vez exponiéndose a un grupo de estudiantes.
En cada una de las clases que han impartido, he podido ver el crecimiento de los estudiantes convirtiéndose en maestros, la seguridad en las instrucciones, la precisión en los ajustes y alineaciones, el evidente reflejo del entendimiento biomecánica en la construcción y diseño de cada clase, y la evolución en el entendimiento del yoga como un proceso de transformación que va mucho más allá del cuerpo físico, aunque inicie tomando a éste como herramienta. Esto me ha demostrado cuánta dedicación han entregado a su proceso como practicantes. Es sólo por medio de la práctica que la información puede convertirse en conocimiento y entonces ser compartido.
El espacio de clases por donación fue inaugurado por Blondell Thomas y Carolina Vargas, siendo esta clase el debut como profesoras para ambas. Su clase fue enfocada en estimular el sistema digestivo por medio del despertar del Agni.
La segunda clase fue impartida por Jessica Castillo y Adrián Gutiérrez, ambos ya profesores previamente con algunos años de experiencia. Su clase fue diseñada especialmente para personas con problemas o dolor en la zona lumbar.
La tercera clase correspondió a Arelys Monge y Mariana Aguilar. Fue ésta, la primera vez en la silla del maestro para ambas. Su clase fue enfocada en la utilización de Bandhas para desarrollar una práctica con más control y estabilidad.
La cuarta clase fue dirigida por Kimberly González y Analía Durán, ambas profesoras con experiencia previa. En esta clase se exploró en forma de laboratorio la postura de Padmasana.
Aún nos quedan varias clases en agenda. Revisa cada semana nuestro Instagram @sacredselfschoolofyoga para enterarte de los horarios y temas de cada clase por venir o suscríbete a nuestro newsletter para recibir en tu correo información de las clases. Acompáñanos y forma parte de este proceso de transformación.
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